Hoy, 8 de junio, celebramos el Día Mundial de los Océanos. Desde el año 2009, en este día recordamos el papel tan importante de los océanos en nuestro ecosistema y cómo hacen posible la vida en nuestro planeta generando la mayoría del oxígeno que respiramos. Por algo nuestro hogar es conocido como “el planeta azul”.
Además, este día sirve para concienciarnos del impacto que generamos en los ecosistemas marinos y todas las consecuencias negativas que provoca nuestra actividad en la conservación y estado actual de nuestros mares y océanos. Y es que, aunque no todas las personas hagamos la vista gorda con este problema, es cierto que nuestro modelo de consumo actual nos “obliga” en cierto modo a ser cómplices del desastre, introduciendo plásticos de un sólo uso en todos y cada uno de los bienes que necesitamos en nuestro día a día y así haciendo crecer esta gran bola de nieve.
Por esto, hoy nos parece un buen día para hablar sobre “las islas de plástico” que han ido apareciendo a lo ancho y largo de nuestros océanos y que no tienen otro responsable más que nosotros mismos y nuestro modelo actual de usar y tirar.
Pero… Un momento. ¿Islas de plástico?
Sí, sí, como te lo contamos. Imagínate una isla paradisíaca en mitad del océano. Con sus palmeras, arena blanca y el agua cristalina de su playa. Pues ahora sustituye todo eso por una gran masa de plástico, y es que estas islas son vertederos flotantes de residuos, en su mayoría plásticos y microplásticos, que ocupan grandes superficies en nuestros océanos. Seguro que vuestro gesto ha cambiado mientras imagináis esto. No es para menos.
Como sabéis, todos los materiales que desechamos y que no son reutilizados, tratados, reciclados, etc., acaban por llegar, tarde o temprano, a nuestros mares. Aquí, con ayuda del viento y de las corrientes marinas acaban agrupandose hasta llegar a zonas con bajas corrientes donde se acumulan. Ya hemos hablado en el post “¿Es el reciclaje la solución a todos nuestros problemas?” de la cantidad de plásticos a nivel mundial que no son susceptibles de reciclaje y que, por lo tanto, terminan en vertederos. Y no todos ellos están en tierra firme.

Según los últimos estudios, ya son 7 las grandes islas de plástico que se han formado en nuestro planeta. La más grande de ellas, conocida como el continente de plástico, se encuentra en el Pacífico, entre Hawai y California y se estima que tiene una superficie superior al millón y medio de kilómetro cuadrados. Esto, para que os hagáis una idea y seáis conscientes de la magnitud del problema, es tres veces la superficie de la península ibérica.
Este gran vertedero marino, aunque cuenta con residuos plásticos de gran tamaño, está compuesto sobretodo por microplásticos en suspensión que son imposibles de recoger y retirar con los métodos convencionales.

Estos plásticos suponen un gran riesgo especialmente para las aves y la fauna marina, y también para el ser humano que acabará ingiriendo estos microplásticos por medio de la cadena alimentaria.
¿Y qué soluciones tenemos sobre la mesa?
La ONG “The Ocean Cleanup” ha ideado un sistema que concentra los plásticos en zonas más densas para que puedan ser recogidas por sus barcos y así evitar que nuevos residuos puedan llegar a estas grandes masas de basura marina. En un futuro, esperan crear un sistema mucho más complejo y extenso para lograr hacer frente a estos vertederos flotantes y comenzar la gran limpieza de los océanos.

Pero el gran trabajo de esta ONG no sirve de nada si nosotras, como personas consumidoras de bienes, no cambiamos la forma de usar los plásticos y de gestionar nuestros residuos. Aquí es donde está el origen del problema y donde se puede corregir la dirección de la ruta. La clave está en concienciarnos con el problema e implicarnos en su solución. Pequeños gestos (y también grandes, ¡mucho mejor!) de forma individual pero sumados cuando nos convertimos en una comunidad, harán que le demos un respiro al planeta y podamos revertir la situación en un futuro.
Ya sabéis muchas cosas que podemos poner en práctica desde ya: aplicar “las cinco erres”, elegir productos sin envoltorios y de proximidad, comprar alimentación en tiendas a granel con nuestros propios envases reutilizables, eliminar al completo los productos de usar y tirar, etc., son acciones que están en nuestra mano y que podemos poner en marcha hoy mismo. Además, esto engancha, porque al principio puede parecer complicado, pero una vez te pones a ello te das cuenta de que simplemente se trata de cambiar de hábitos y después piensas “¡pero si era muy sencillo! No sé por qué no lo he hecho antes”.
¿A qué estamos esperando? Los océanos nos necesitan. El planeta nos necesita.
Bilbliografia: