¿Somos conscientes de las comida que tiramos?

Vivimos en una época y situación que nos permite tener pleno abastecimiento de alimentos (al menos, en la mayoría de los casos y siempre considerando esto como una situación deseable), lo que hace que, sin apenas reparar en ello, acabemos tirando un montón de comida que ni siquiera nos ha dado tiempo a cocinar. 

Y de eso seguro que en algún momento te habrás dado cuenta. Vas a tirar alguna verdura que se ha estropeado porque estaba olvidada en el fondo del cajón de la nevera, y aprovechas para hacer “inventario” y ver qué otros alimentos ya no son aptos para su consumo. Al final, no sólo era una berenjena, sino media lata de maíz, una salsa que ha desarrollado vida, alguna fruta que se ha arrugado y posiblemente algún plato que preparaste y dejaste en el tupper para otro día, solo que no pensabas que se iba a alargar tanto en el tiempo.

Esto nos pasa a todos y a todas. Así que no te sientas culpable. Pero eso sí, queremos que después de leer este post, seas más consciente de este desperdicio y que tengas en cuenta algunos consejos para evitarlo y reducirlo al máximo. No será un gran esfuerzo, ya te lo adelantamos, y la recompensa es notable, en todos los sentidos. Ahorrarás y te sentirás mejor al no estar tirando algo tan preciado como es la comida. Porque, repito, nuestras condiciones actuales hacen que no nos demos cuenta del valor que tienen estos alimentos, tanto por lo mucho que suponen en lugares donde son escasos (o inexistentes) como por todo el proceso que conlleva su producción.

En esta entrada vamos a hablar de la pérdida y desperdicio alimenticio. Todos los datos que daremos están basados en un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO). Lo tenéis en la bibliografía para que le podaís echar un vistazo si queréis información más detallada.

¿Sabemos diferenciar lo que es un desperdicio de lo que es una pérdida alimenticia?

Llamamos pérdida alimenticia a todos aquellos alimentos que se desechan como resultado de las decisiones y acciones por parte de los proveedores de la cadena alimentaria exceptuando al minorista. Es decir, consideramos pérdida a todos aquellos alimentos que se desechan durante la cosecha, almacenaje, transporte, en los mercados mayorista, etc.

La pérdida alimenticia ocurre durante todo el proceso previo a la llegada del alimento a la tienda. (Foto: Wolfgang Brauner)

Una vez los alimentos llegan a la tienda (minorista) donde son adquiridos por el consumidor, pasamos a utilizar el término de desperdicio para aquellos alimentos que se tiran. 

Como consumidores, todo lo que implica la producción agrícola, el procesamiento o la distribución de los alimentos son factores bastantes difíciles de controlar. Aún así, sí podemos exigir más transparencia de todo este proceso inicial para poder premiar y elegir consumir productos de aquellas empresas que desarrollan todas las fases de forma responsable con el medio.

De lo que sí tenemos toda la responsabilidad es de aquellos alimentos que se desperdician una vez llegan a las tiendas o en nuestros hogares. Es más, de nuevo queremos recordaros la importancia del poder del consumidor. Si está en tu mano, elige siempre productores locales y que ofrezcan un valor añadido de información de proceso, transporte, comercialización, etc. Al final, nuestras decisiones provocan grandes cambios, aunque pensemos que no sirven de mucho.

Según la FAO, cada año, 1300 toneladas de alimentos producidos para el consumo humano se pierden o desperdician. ¿Y cuánto suponen 1300 toneladas al año? Pues aproximadamente un tercio de la producción total.

Sí sí, como leeis, en un mundo donde 820 millones de personas pasan hambre y otras 2000 millones sufren la amenaza (24% de la población), un tercio de los alimentos que producimos acaban tirados en el campo, en las fábricas, mercados… Y también en nuestro cubo de la basura.

Os copio un gráfico bastante representativo de la cantidad de alimentos desperdiciados según la región.

Gráfico: FAO

Aquí observamos grandes diferencias en la comida desperdiciada por parte de los consumidores de las distintas regiones (parte roja del diagrama). Mientras en Europa y América del Norte se desperdician entre 95-115 Kg por persona al año, en África Subsahariana y Asia meridional/suboriental el desperdicio por parte del consumidor se reduce a 6-11 Kg. Y esto no es ni más ni menos que el reflejo de lo que mencionamos al principio del post. En las regiones donde abunda el abastecimiento y tenemos recursos de sobra para la producción y comercialización, se da un incremento del desperdicio, mientras que en las zonas donde existe escasez de recursos estos se aprovechan mejor. 

Ahora ya eres más consciente de la situación mundial y quieres ponerle remedio. Genial, hemos conseguido provocar un pequeño cambio en tus hábitos. Como consumidores, por tanto, tenemos un montón de cosas en las que trabajar para reducir el desperdicio a lo mínimo posible. Queremos darte algunos consejos que resultan muy efectivos y que no te va a costar nada poner en práctica, sólo precisan de un ejercicio que consiste en cambiar la visión y crear conciencia activa. Allá van:

¿De verdad piensas que estos colores son naturales? !A tope con el photoshop! (Foto: Congerdesign)
  1. ¡No comas por los ojos! Antes de ir a un restaurante, cafetería,etc. tómate un segundo y piensa lo que vas a pedir. Esa tarta de la carta tiene una pinta estupenda, pero, ¿me la voy a comer o me voy a dejar la mitad? Truco para una comida de tapeo: Pedir un plato más del número de comensales. ¿Que somos cuatro personas? Pues pedimos cinco platos. Esa fórmula no falla. Y a una mala si vemos que las raciones se nos quedan cortas, siempre estaremos a tiempo de pedir otro plato más o un postre para quien le apetezca. Si llegas al postre lleno pero no puedes resistirte a un dulce final, está la opción de compartir. Si aún así habéis calculado mal y os sobra comida de cualquier tipo, no dudéis en pedir que os la pongan para llevar.
  2. La belleza está en el interior. No descartes una fruta o verdura porque no tenga una forma perfecta o un cutis resplandeciente (¡ese brillo que tanto nos entra por los ojos no es más que un pulido mecánico de la fruta con ceras!). Si seguimos rechazando los productos solo por su belleza estaremos siendo cómplices de los miles de kilos que se tiran en la postcosecha por no cumplir con los estándares. Además, la fruta y verdura de cultivo orgánico o de descartes de cosecha tiene un sabor igual o mejor que los productos “aptos para su venta”.
    ¡Holi! ¿Te acuerdas de nosotros? (Foto: Adonyig)
  3. Compra con cabeza. Lleva una lista de lo que necesites y no te dejes llevar por el hambre y la gula. Los expertos recomiendan hacer la compra con el estómago lleno para no caer en la tentación de comprar cosas que realmente no necesitas y que además casi nunca son saludables. Otro truco que nunca falla es que planifiques tus comidas semanales. A parte de que te ayudará a organizarte y a no caer en la desidia del “¿Qué comemos hoy?” Te permitirá comprar los productos que vayas necesitando y le darás mejor salida a esas berenjenas que poco a poco se van escurriendo hasta el fondo del cajón. Ponemos de nuevo como ejemplo las berenjenas porque son el producto estrella en la podredumbre de nuestros alimentos frescos.
  4. Revisa tu nevera y armarios. Así sabrás realmente que productos necesitas comprar y además podrás revisar las fechas de caducidad y ver si tienes algún alimento medio pocho que debes consumir ya. Truco: hay muchas recetas de aprovechamiento, pero para verduras y hortalizas, lo mejor son las cremas.
    ¡Bua chaval! Vaya cremita rica que me ha salido con los restos de la nevera. (Foto: Maatkare)
  5. No descartes las sobras.Con la comida que te sobre podrás hacer mil platos super originales. Mire en youtube, pregúntale a tus padres, etc. y seguro que sacarás mil ideas nuevas. Y si no, cuando abras la nevera, mira un poco más abajo. Más, un poquito más. Ahí está, ese gran desconocido que es el congelador (eso en caso de que el tuyo esté en la parte de abajo, sino este truco lo tendrás que hacer a la inversa). Cuando cocines de más, mete lo que te sobre en Tupperwares, bolsas de silicona reutilizables, o envases que puedas reutilizar y, como diría Elsa, ¡Frozen! Menudo recurso cuando no tienes nada planeado para comer y resulta que tienes guardadas unas lentejas que vas a poder disfrutar como si estuviesen recién hechas. ¡De lujo!
  6. Composta todos los desperdicios que sean inevitables. Si tienes hueco en la terraza o jardín puedes instalar un cajón de compost, si no, busca el contenedor de orgánicos más cercano, cada vez están en más ciudades. Truco: existen cubos muy prácticos y bonitos para tenerlos a mano, con asa para poder cambiarlo de zona según estamos cocinando. Suelen ser de 6 litros y las bolsas compostables y biodegradables de este tamaño son perfectas para que la basura orgánica no te dure más de tres días. Así, no llegará a oler mal ni a “sudar” líquidos normales de la descomposición. Lo mejor es que estas bolsas no están mal de precio, vienen en packs de cartón con muchos usos, vamos, todo ventajas.

Ahora ya tienes unos cuantos tips para comenzar a controlar el desperdicio en casa. Te adelantamos que vas a alucinar con lo efectivos que son, a pesar de su sencillez. Nosotros lo hemos notado un montón, somos mucho más conscientes de la importancia que tiene la comida, y además te crea un hábito casi de forma natural de tener un punto de vista más consciente, lo cual es tremendamente positivo porque acabaremos compartiéndolo con más personas y tejiendo una bonita red de conciencia y compromiso. 

¿Y tú? ¿Conocías estos consejos? ¿Ya los ponías en práctica o piensas hacerlo? ¿Conoces algún truco más que pueda servir de ayuda? No te cortes, compártelo con nosotras en los comentarios. ¡Te leemos!

Bibliografia:

Pérdidas y desperdicios de alimentos en el mundo. Por Jenny Gustavsson, Christel Cederberg y Ulf Sonesson del Swedish Institute for Food and Biotechnology (SIK) Gothenburg, Suecia y por Robert van Otterdijk y Alexandre Meybeck de la FAO, Roma, Italia

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