¿Son los plásticos biodegradables o compostables una solución al problema?

 

Antes de responder a esta pregunta, es importante saber qué son los plásticos biodegradables y compostables.

Hemos oído hablar de ellos cada vez con más frecuencia en los últimos años. Los plásticos biodegradables se han posicionado (o al menos, así lo han querido los grandes lobbys del plástico y otras marcas que no han querido perder el filón) rápidamente como una alternativa a los plásticos tradicionales. Y es que, parece ser que sin este material ya no podemos vivir. No queremos engañarte: el plástico, en muchos casos, ha supuesto una mejora en nuestras vidas a tener en cuenta (pensad en los avances en medicina, por poner un ejemplo muy gráfico). Pero tenemos que ser capaces de identificar en qué aspectos se ha convertido en una mejora que debemos aceptar y cuándo supone un producto totalmente prescindible. 

Vale, hemos aceptado que la vida con plástico es mucho más sencilla. Pero ahora, hemos tomado conciencia de que todos esos residuos que generamos a diario son altamente perjudiciales para nuestro planeta, ya que no los podemos gestionar de una forma eficaz. Nuestra preocupación por un problema real requiere una solución. Pero una solución práctica, que no conlleve grandes esfuerzos, porque no queremos renunciar a nuestro estado de bienestar y a ese extra que supone el “un solo uso” y el “listo para llevar, consumir y tirar”. Y aquí es donde entran en juego los plásticos biodegradables y compostables.

Según un estudio de Science Advances, el 79% del plástico producido, ha acabado en vertederos y océanos. (Foto: Prylarer)

Los plásticos biodegradables, a diferencia de los convencionales fabricados a partir de derivados del petróleo, están hechos de diferentes materias primas orgánicas como pueden ser la fécula de patata, el almidón de maíz, el aceite de soja etc. Estos polímeros tienen la particularidad de que se degradan por la acción de organismos vivos como bacterias, hongos, insectos o algas, de forma que sus átomos de carbono se rompen y se reintegran de nuevo en el ciclo de la naturaleza. ¿Suena bien, verdad? Tienen todas las ventajas de los plásticos pero además se reintegran de una forma eficaz y poco perjudicial en el medio ambiente. O al menos, esa es la información que obtenemos de las palabras biodegradable y compostable. Pues bueno, sentimos decirte que no es tan bonito como parece. Y es que los plásticos biodegradables, como los vinilos, tienen una cara B.

Los bioplásticos, a pesar de estar hechos con materia prima orgánica, durante todo su proceso de creación siguen dependiendo enormemente del petróleo tanto en su producción, distribución y elaboración. Además requieren de grandes superficies de cultivo, agua y pesticidas nocivos para el medio (recordemos que, al igual que con los biocombustibles, no se aprovechan desechos de plantaciones existentes de la materia prima, sino que requiere de un cultivo extensivo y generalmente, poco respetuoso con el medio ambiente). 

El tiempo que requieren para su degradación es como mínimo de 18 meses, aunque existe una gran opacidad por parte de muchos fabricantes respecto al etiquetado y al tiempo efectivo de degradación que tienen cada uno de los distintos materiales.

¿Se podrán reciclar, al menos? Sí, pero por sus características únicas necesitan de plantas de reciclaje y estrategias totalmente distintas, inexistente la mayoría de veces, por lo que la cosa se complica.

A pesar de que se puedan reciclar, la mayor parte de plásticos acaban en vertederos o en los océanos. (Foto: Aitoff)

Para resumir todo esto de manera que todos podamos entender, lo podemos comparar con los productos Light, bio o con ingredientes saludables. Si nos dicen que un producto ahora no incluye aceite de palma en sus ingredientes, o esas galletas tienen un alto contenido en fibra, o un suplemento tiene magnesio y colágeno, nosotros automáticamente creemos en la buena fe de los fabricantes y acatamos que esos productos son saludables, bajos en calorías y nos aportan justo lo que necesitamos. Además, sólo percibimos la parte que nos interesa del mensaje. Es el poder del marketing. Con tan solo una palabra (bio, light o compostable, por ejemplo) se consigue borrar de un plumazo toda nuestra preocupación por la ética,  la salud o el medio ambiente. Pero para nada queremos hacerte sentir culpable con esto. Todas caemos a diario en las redes del márketing, es algo inevitable (e incluso a veces positivo). Pero lo primero que debemos aprender a hacer como consumidores es a obtener información real y veraz para después poder tomar decisiones. Conocer es lo que nos da poder.

Hablemos ahora de otra variante: Los plásticos compostables. A diferencia de los biodegradables, se descomponen mucho más rápido y se pueden utilizar para realizar compost o abono.

¿Lo malo? Pues que muchos de estos plásticos solo se compostarán en una planta de compostaje industrial donde, gracias a unas condiciones específicas de temperatura, humedad y oxígeno acabarán transformándose en compost y abono de distinta calidad. Además, lo cierto, es que actualmente son muy pocos los plásticos que llegan a estas plantas y la mayoría acaban en vertederos convencionales donde jamás se podrán aprovechar y se acumularán durante varios años sin sufrir apenas degradación.

Cajón de compostaje doméstico. Desgraciadamente muy pocos plásticos compostables son aptos para el compost casero. (Foto: Ben Kerckx)

Sin duda son mucho mejor opción que lo plásticos convencionales, pero lo cierto es que detrás de los biodegradables se esconden muchos inconvenientes que nos hace descartarlos como solución a los problemas ambientales que tenemos actualmente.

Si no se degradan aeróbicamente, en presencia de oxígeno, su tiempo de degradación es mucho mayor y en el proceso se produce metano, ese famoso gas extremadamente nocivo para la capa de ozono que se ha dado a conocer en los últimos años porque las pobres vacas lo producen de forma masiva.

La investigadora de Plymouth Imogen Napper sujeta una bolsa biodegradable (nada degradada) después de 3 años en el fondo marino. (Foto: Universidad de Plymouth)

Hay diversos estudios que demuestran que en el mar o incluso bajo tierra, la degradabilidad de estos bioplásticos es mínima. En un estudio realizado por  la Universidad de Plymouth, se utilizó una bolsa de plástico convencional, otra biodegradable y otra compostable. Se colocó una bolsa de cada tipo al aire libre, otras enterradas bajo tierra y otras sumergidas en el mar. Después de 3 años se concluyó que el material biodegradable y convencional persistía y seguía sirviendo tres años después de haber estado bajo el suelo y en el entorno marino. La bolsa compostable fue el único material que desapareció por completo en el entorno marino al cabo de tres meses, pero se mantuvo intacto en tierra. 

Con toda esta información ya podemos sacar algunas conclusiones por nuestra cuenta (ya os lo dijimos, saber es poder). A pesar de todo esto,  aunque los bioplásticos sí supongan una mejora respecto a los plásticos convencionales, están muy lejos de ser la solución real y definitiva y siguen siendo un desperdicio de recursos, además de que es más probable que acaben afectando al medio ambiente de forma negativa.

Todos los expertos coinciden en que el uso de productos reutilizables sigue siendo la mejor opción para combatir el problema. Y nosotros también defendemos esta postura, ¡Por supuesto!

Nos gustaría saber qué opinas sobre los bioplásticos y los plásticos compostables. ¿Los conocías? ¿Has comprado algún producto envasado en este tipo de material? ¿Te gustaría que hablásemos sobre tips para evitar el uso de plásticos de cualquier tipo? Escríbenos en los comentarios cualquier cosa relacionada con este u otros temas, nos encantaría conocer tu opinión. 

 

Artículo referenciado:

‘Environmental Deterioration of Biodegradable, Oxo-biodegradable, Compostable, and Conventional Plastic Carrier Bags in the Sea, Soil, and Open-Air Over a 3-Year Period’. Imogen E. Napper, and Richard C. Thompson. Environmental Science & Technology April 28, 2019. DOI: 10.1021/acs.est.8b06984

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